El eterno sueño que he sido condenado, las lagrimas de mis ojos se han secado y he despertado en una ciénaga sin color.
Llevo años caminando, solo pude guardar algunos de mis escritos, tanto que contar, tanto que perdí, que pareciese que el tiempo no tiene cabida en el asunto.
Todo empezó hace exactamente dos años atrás, en una gran ciudad en donde humildemente comencé a residir, llamada Khel Nah’ar por los antiguos, esta cuidad se extendía por dos horizontes hacia el oeste, llena de vida y ajetreo, inundada en ego y deshermanad, allí aprendí a trabajar en diversos lugares, aprendí su cultura y fui uno mas.
Lamentablemente me desvié de mi camino por bastante tiempo y más de algún día olvide mi razón de ser. Vacío y desesperación me opacaban sin razón aparente, mas lo obvio era totalmente fuera de mi pensar, disfrutaba mi día a día en una eterna rutina que me encerraba en las murallas de la estricta sociedad de una de las ciudades mas grandes de la región.
Para mi todo era normal, dentro de lo que estaba convencido, nunca imagine que sin razón aparente podrían desatarte males de tan enorme magnitud.
Una noche una multitud frenética arraso contra su propia cuidad, tenían un nombre el cual no quiero recordar, se desato una enorme batalla que llevo varios días de cuartel. La mitad de la cuidad ardió por semanas, mas dichas cenizas quedaron en las lagrimas de quienes perdieron sus sueños, sus vidas, o las de alguien mas. Es verdad, no se me hizo desapercibido el hecho, perdí muchos textos de mi libro, perdí muchas cartas que jamás envié, perdí recuerdos, obsequios, mi nuevo hogar y alguno que otro conocido desapareció entre flamas o batallas.
Desde entonces vuelvo a caminar, perdido sin mapa ni rumbo, escuche rumores que no fue la única cuidad arrasada, cuentan que al oeste de acá yace una isla, con un imperio totalmente mágico, donde la paz y el honor resplandecen, creo que seria un lindo lugar para buscar al menos…
Un descanso.
